Nace la República del Facebook

El mundo interactivo está cambiando muchas cosas, las formas de comprar, de aprender y de informarnos sobre el mundo, hasta las formas de relacionarnos.

Este último puede extenderse a lugares muy distintos a los que se pensaba y esto es lo que he estado pensando durante las idas y venidas de Facebook con sus continuos cambios en sus polí­ticas de confidencialidad, de cómo tratarán la información que están acumulando y de qué polí­ticas tendrán para permitir a los usuarios entrar, permanecer y cómo estos están permitidos actuar mientras están.

El gráfico nos demuestra claramente el potencial que han acumulado estos lugares y resalta la preocupación que los que los llevan sean los adecuados para gestionar los monstruos que han ingeniado.

Si el crecimiento visto continúa, puede que empecemos a ver cada vez más caracterí­sticas de Estados con las grandes acumulaciones de miembros. Si una religión puede tener representación diplomática centrado en muy pocos metros cuadrados en el centro de Roma, ¿por qué no Facebook también?

En el artí­culo vinculado, un profesor de derecho dice que estas herramientas permiten a la gente a juntarse y controlar su propio destino. Creo que se olvida que el destino del que habla está más en manos de los dirigentes de estas empresas que de los miembros que se registran, que depositan su información y su confianza y que están completamente indefensos a las decisiones y prácticas impuestas.

Me hace pensar de las veces que Google cambia su algoritmo de su motor de búsqueda que puede hacer que un resultado que antes se presentaba entre los primeros después de los cambios se pierde entre los millones de resultados que genera cada búsqueda. Estos cambios son efectuados en secreto, por gente desconocida y con criterios nada transparentes y no es sólo cuestión de orgullo si tienes un negocio que funcionaba en base a salir alto en los resultados de búsquedas.

Con lo de Google y lo que hemos visto con Facebook, no hay mejores ejemplos de la importancia de la responsabilidad empresarial y de las prácticas y las limitaciones que estas empresas tienen para controlarse ellos mismos. Su toma de decisiones deben ser mucho más transparentes de las constantes idas y venidas que hemos estado viendo como respuesta a las crí­ticas recibidas en la prensa. ¿O será la prensa, toda la prensa, la que tendrá la obligación de mantenerlos honestos?

Ví­a: Elblogsalmon

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