¿El correo electrónico está en sus últimos dí­as?

base_imageAunque muchos ya han sentenciado a muerte al correo electrónico, no pasa ni un segundo sin que se enví­e uno en todo el mundo.

La muerte el sábado de su creador Ray Tomlinson, volvió a reavivar el debate sobre el futuro de su contribución más notable.

Así­ opina el periodista de la BBC dedicado al área tecnológica Dave Lee.

«Solo piensa: en este preciso momento alguien en algún lugar está escribiendo un correo electrónico que deberí­a reconsiderar (si enviarlo)», señala.

«Otra persona está enviando un correo electrónico que tiene palabras brutales, desgarradoras, que realmente deberí­a decir en persona … si tuviera el coraje».

Para Lee, el correo electrónico nos produce sentimientos encontrados. Nos preocupa el hecho de recibir demasiados tanto como no recibirlos.

Omnipresente

El correo electrónico se volvió parte de nuestro dí­a a dí­a con tal rapidez que no hubo tiempo suficiente para aprender a usarlo correctamente, ya no habí­a vuelta atrás, los malos hábitos llegaron y se quedaron.

«Para empeorar las cosas, Blackberry sacó los correos electrónicos de nuestras computadoras y los puso en la palma de la mano y, por ende, en nuestras habitaciones, en nuestros viajes al trabajo y en nuestros baños», indica el periodista.

De esa manera, el correo electrónico se infiltró en nuestras vidas, en muchos casos generándonos ansiedad.

En un experimento de 2014, a 13 empleados públicos estadounidenses se les pidió que no vieran sus cuentas de correo electrónico. El resultado fue revelador: sus ritmos cardiacos disminuyeron.

Y eso se debe a que para muchas personas que tienen un trabajo de oficina, la tentación –o quizás la presión– de ver su bandeja de entrada constantemente es abrumadora.

De hecho, en Francia han hecho llamados para que se imponga una especie de restricción de la «hora laboral digital», pues, después de todo, ver el correo electrónico tras salir de la oficina es como seguir trabajando.

Sin alternativa

Pero pese a todo lo que podemos achacarle, todaví­a no contamos con nada mejor.

Esa es la razón por la que, cuando el mundo de la tecnologí­a lamenta la muerte de Tomlinson, es un buen momento para apreciar su notable contribución al negocio de las comunicaciones.

Se le atribuye haber enviado el primer correo electrónico como lo conocemos hoy en dí­a y de haber usado el sí­mbolo @ como una forma de simplificar el proceso.

La arroba pasó de ser un carácter muy poco usado a uno que utilizamos múltiples veces durante un dí­a.

La radio pública estadounidense NPR lo resumió magistralmente: Tomlinson transformó la @ y de ser un sí­mbolo pasó a ser un í­cono.

«Sí­, hay spam. Sí­, hay ataques phising. Sí­, hay listas de correo de nuestros trabajos que parecen interminables. Y, sí­, hay la opción: ‘responder a todos'», reflexiona Lee, «Pero el correo electrónico nunca ha sido el problema, solo la gente que lo usa».

Era postemail

Hay un cierto consenso de que no es un método de comunicación realmente eficiente y que interrumpe la concentración de alguien que intenta hacer sus cosas.

Pero ¿qué puede venir?

El año pasado vimos a compañí­as como Slack reinventar la forma de comunicarse en las oficinas.

Pero aunque esas herramientas son excelentes para comunicarse internamente, hacen muy poco por mejorar la comunicación con quienes trabajan fuera de nuestro entorno.

Facebook quiere que la gente abandone sus correos electrónicos y use la bandeja de entrada de su cuenta en esa red social.

Pero muchas personas son felices al mantener los mensajes laborales totalmente separados de su vida personal, la que tienen en Facebook.

«¿Debemos abandonar el email para siempre?» , se preguntaba el año pasado Rory Cellan-Jones, editor de Tecnologí­a de la BBC.

«Bueno, no; ciertamente no en el corto plazo», respondió.

«Una de mis mejores historias me llegó en un email anónimo por parte de alguien que querí­a contarme algo que estaba pasando dentro de su empresa. Y el correo sigue siendo la red social esencial para la mayorí­a de los negocios, así­ que no es práctico botarlo por la cañerí­a».

«Entre toda la basura, los mensajes mal enfocados, la habladurí­a incomprensible, de vez en cuando se encuentra una verdadera joya».

Y volvemos así­ a donde Ray Tomlisnon comenzó en 1971.

Sí­, 1971.

Esta es una industria que se mueve más rápido que cualquier otra, donde las empresas emergentes vienen y van en cuestión de semanas.

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